La señora Moon no eran una profesora corriente, de esas que se esconden detrás de las gruesas cubiertas de los libros de texto, noooo, era valiente; tanto, que acudía a sus clases sin ningún tipo de protección ( ni libros, ni partes de amonestación….solo un misteriosa cartera de piel negra). El primer día de curso a todos nos sorprendió verla entrar en el aula como si fuese una persona normal. Entró como quien entra en la sucursal de un Banco o en una tintorería, dando los buenos días. Al principio nosotros no le prestamos atención y seguimos a lo nuestro. Pasaron unos minutos de alboroto y empezamos a impacientarnos porque nadie nos mandaba a gritos que nos calláramos. Esta impaciencia y una cierta curiosidad nos dejo a todos poco a poco en silencio. Mientras, la señora Moon se había sentado en su mesa y había sacado algo de su enorme cartera de piel negra. Lo observaba con una atención absoluta. La clase se había quedado muda. Uno a uno, nos fuimos acercando a la mesa de nuestra profesora movidos por el deseo de saber qué era lo que nuestra profesora observaba con aquella atención reverencial. Sobre la mesa se deslizaba, lenta y majestuosa, una víbora hocicuda. Había empezado nuestra primera clase de Biología.
Un principio memorable
Deja un comentario